martes, 29 de abril de 2008

LA ISLA DEL DÍA DE ANTES - Umberto Eco


Título: La isla del día de antes
Autor:
Umberto Eco (Alessandria, Italia, 1932)
Año de publicación: 1994
Título original:
L´isola del giorno prima
Edición: Editorial Lumen, colección Palabra en el Tiempo, traducción de Helena Lozano Miralles, primera edición, 1995
Páginas:
420. 40 capítulos + nota de traductora

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En el verano de 1643 y en los mares del Sur, un joven piamontés, Roberto de la Grive, arriba como náufrago a una nave desierta. La nave está llena de animales desconocidos y de extrañas máquinas y artilugios, y ante ella, próxima e inalcanzable (no sólo, descubriremos después, en el espacio, sino también en el tiempo) una isla de ensueño. Roberto escribe cartas a la "Señora"; a través de las cuales se adivina poco a poco su pasado: duelos, asedios, lances amorosos, alambicadas disputas de salón. Se trata, de hecho, de la lenta y traumática iniciación al mundo de la nueva ciencia, las razones de estado, las redes de espionaje de Mazarino y Richelieu, la guerra de los treinta años, en suma, a un cosmos en el que la tierra ha dejado de ser para muchos el centro del universo. En este "Mar de la Inocencia" nada es inocente, y Roberto lo sabe desde el principio, porque ha llegado a estas Antípodas para resolver -sin personalmente desearlo- el misterio por el cual forcejean las nuevas potencias de la época: el secreto del Punto Fijo.

Lo primero que debo decir de esta novela es que no es de lectura fácil. Desde luego no es habitual en las obras de Eco que te atrapen desde el primer capítulo y ya no puedas dejar de leer hasta la última página. Lo normal es que hasta la mitad el ritmo sea sosegado aunque fluido, y es así, poco a poco, como consigue interesarte con lo que estás leyendo.

En “La isla del día de antes” ocurre exactamente lo mismo. Hasta más o menos la página doscientos la narración va despacio, dividida en dos historias; la de la llegada del protagonista, Roberto de la Grive, al Daphne, un extraño barco, desierto en apariencia; y la historia de la vida pasada de Roberto. Esta segunda es, con mucho, la más interesante, pues si en el Daphne no parece que pase gran cosa, al narrarnos la infancia y juventud de Roberto nos metemos en las batallas y asedios en las convulsas ciudades del norte de Italia dentro de la llamada Guerra de los Treinta Años. Es en esta parte donde vemos dos aspectos que se van a repetir a lo largo de toda la novela. El primero es que es una novela reflexiva. Eso lo vemos si contamos las páginas en las que alguno de los personajes filosofa o reflexiona sobre algo y luego contamos aquellas en las que ocurren cosas.La segunda característica que podemos observar es que el héroe es en realidad un antihéroe total. Se rodea de personajes más fuertes que él y son ellos los que le indican en cada momento lo que tiene que hacer o pensar: su padre, Saint-Savin, el padre Emmanuel, D´Igby,… Todos ellos tiene sus caracteres claramente demarcados e influyen al sumiso y voluble Roberto hacia ellos, en un capítulo o en otro. Y esto ocurre hasta el final, cuando Roberto emprende su última acción empujado por sus propios delirios.

Hablábamos antes de la página doscientos como punto de inflexión de la novela, y esto es así por la aparición del padre Caspar. Brillantísimo personaje, que hasta este momento era una simple sombra conocida como El Intruso, magnífico loco que reivindica sus locuras apoyándose en razonamientos impecables, retórica de jesuita al fin y al cabo.. Es imposible no sentirse atraído por el padre Caspar a pesar de sus ideas, cosa que no consigue el anticarismático protagonista.

Es también en esta segunda parte de la narración donde cobra forma la figura de Ferrante, gemelo y Némesis de Roberto de la Grive, quien llega a protagonizar su propia novela dentro de la novela. Ferrante es en todo lo opuesto de Roberto. Es un personaje vivo, capaz de todo para satisfacer sus propias ambiciones de venganza. Traiciona, engaña, desvirga, mata, estafa, secuestra, tortura. No reflexiona, actúa. Nada le detiene ante su propósito de causar el mayor dolor posible al usurpador de su hermano, a quien ni siquiera conoce. Ferrante es, a fin de cuentas, todo lo que su creador hubiera querido ser, por más que no se atreva a admitirlo.

Por último, de la Señora poco podemos decir, pues el fabulador Roberto la construye como la típica y tópica heroína de novelas en el siglo XVII, dama cortesana que luce palmito en los salones de la alta sociedad, destinataria de las febriles cartas de amor del protagonista así como de sus celos y desvelos, objeto paciente en las aventuras de Ferrante a través de los océanos, quien no duda en sacrificarla antes que renunciar a su propósito.

Al comienzo de este comentario decía que la lectura de “La isla del día de antes” no era sencilla. Lo argumentaba por el ritmo de la narración, pero todavía queda otro motivo. No es otro que el lenguaje. El autor ha utilizado construcciones y vocabulario propio del barroco italiano (perfectamente adecuado al español por la traductora, Helena Lozano Miralles), lo que dificulta la comprensión del texto. No digo, en absoluto, que haya que leer esta novela con el diccionario de la RAE a mano, pero sí hay capítulos que pueden resultar algo más farragosos (nunca he entendido por qué, todos los autores, en cuanto meten un barco de vela en una narración, se ven obligados a dedicar al menos un capítulo a enumerar cada elemento de la nave, demostrando un amplio conocimiento de término náuticos que no importan a nadie. Juro que moriré feliz si no vuelvo a leer la palabra bauprés).

Como valoración final he de decir que he disfrutado mucho con esta lectura, aunque el grado de satisfacción proporcionado por ella no ha llegado a la altura del que sentí con otras obras del mismo autor, como “El nombre de la rosa”, “Baudolino” o la inmensa “El péndulo de Foucault”.

Nota: 78 sobre 100.



lunes, 21 de abril de 2008

Declaración de intenciones

Como se puede leer en la cabecera mi intención es publicar en este espacio mis impresiones personales sobre todos los libros que lea a partir de ahora, el mismo día en que acabe la lectura (o eso es lo que intentaré). Así, sin más. No voy a hacer una crítica académica sobre ellos ni un análisis exhaustivo sobre la vida y obra del autor así como su situación dentro del panorama literario mundial. Ni mucho menos. Más bien lo que pretendo son sencillos comentarios basados en la única característica que realmente me importa a la hora de valorar una obra: que me guste a mí. No quiero decir con ello que vaya a limitarme a escribir “Me gusta porque es bonito y tiene muchas aventuras y sale un hipopótamo con sombrero de flores y me lo ha dejado mi seño que es muy buena.” o “No me gusta porque es muy gordo y tiene pocos dibujitos”. No. Va a ser más como cuando un amigo te pregunta qué tal está lo que estás leyendo y tú decides darle un poco la chapa.

Tengo claras varias cosas: que es muy difícil escribir una novela, que es casi milagroso que te la publiquen y que yo no soy mejor que nadie ni escribo mejor que nadie. No por ello voy a dejar de decir que el Ulises de Joyce me parece un soberano coñazo. De hecho lo acabo de decir y no he sentido escalofríos.

Como los libros que voy a comentar son los que acabe de leer en el momento no esperéis ningún programa. De hecho el libro con el que voy a empezar va a ser de Umberto Eco que, siendo un autor que me gusta, tampoco es mi favorito. La mayoría serán primeras lecturas porque aún hay muchos libros que no he leído, pero abundarán las relecturas de obras que me han llamado la atención especialmente y que, por una u otra razón, me apetece compartir.

La estructura de los posts será la siguiente: Primero pondre una foto escaneada de la portada. Escanearé exactemente la edición que haya leído, por lo que en algunas ocasiones aparecerá el sello de la biblioteca de donde haya sacado el libro. A su lado pondré algunos datos, como título, autor, edición ,número de páginas,... Más abajo pondré un breve resumen de la novela. Siempre que pueda lo que haré será poner el texto de la contraportada. Así me aseguro de que no se cuelen impresiones en el resumen (y el que se crea esa excusa en vez de entender que es pura vaguería, mejor para él). Después ya pasaré a escribir mi comentario que acabará con una nota orientativa. De nada sirve decir que la puntuación es lo menos importante, que lo fundamental es el resto de la crítica. Me consta que lo que primero se va a ver será esto porque yo mismo también lo hago, así que no me voy a cortar nada en ello. En principio este es el orden que le voy a dar a los artículos, aunque es probable que lo varíe más adelante. Ya veremos.

No soy una persona excepcionalmente malvada, así que no me dedicaré a destripar todas las sorpresas de la historia, pero alguna sí se me escapará. Aclaro esto para decir que, al igual que los prólogos de las ediciones que lo tienen, es recomendable leer mis comentarios después de acabar la lectura de la obra en sí. Avisados estáis.

De momento no voy a enrollarme más, que ya lo he hecho bastante. Lo único que me queda es anunciar la que será mi primera crítica. Será "La isla del día de antes", de Umberto Eco. Pero para eso habrá que esperar hasta que me lo termine.


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