lunes, 14 de diciembre de 2009

SIN NOTICIAS DE GURB - Eduado Mendoza



Título: Sin noticias de Gurb
Autor: Eduardo Mendoza Garriga (Barcelona, España, 1943)
Año de publicación: 1990
Edición: Seix Barral, cuarta edición, febrero 2000
Páginas: 143, nota del autor + 16 días






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«Sin noticias de Gurb es sin duda el libro más excén­trico de cuantos he escrito. No hay en él una sola som­bra de melancolía. Es una mirada sobre el mundo asom­brada, un punto desamparada, pero sin asomo de tra­gedia ni de censura.»




Eduardo Mendoza

Perdido en la Barcelona preolímpica, el extrate -rrestre Gurb pone al servicio de su supervivencia la extraña cualidad de adoptar el aspecto que le plazca. Se pierde con la apariencia de Marta Sánchez, mientras su compañero alienígena inicia la búsqueda en la jun­gla urbana. Por su diario personal vamos conociendo las increíbles peripecias de un extraterrestre en Bar­celona.

En este relato de carácter paródico y satírico la inven­ción de Eduardo Mendoza convierte la Barcelona coti­diana y absurda en el escenario de una carnavalada. Tras las máscaras pintarrajeadas y grotescas se revela el ver­dadero rostro del hombre urbano actual y, tras el estilo literario, la acerada conciencia artística del escritor.

Por fin, después de mucho tiempo, he hecho las paces con Eduardo Mendoza y he vuelto a sus brazos. No ha sido sencilla la reconciliación y aún ha quedado cierta desconfianza por mi parte, pero al menos nuestra relación ya no es tan distante como lo era hasta hace bien poco. Esta mejora ha sido gracias a la novela que comentaré hoy, “Sin noticias de Gurb”.
En este libro vamos a seguir paso a paso las aventuras de un marciano (perdón, quise decir extraterrestre, que los marcianos son una panda de cursis que sólo saben jugar al golf y hablar mal del servicio) de misión en la Tierra que tiene que localizar a Gurb, su compañero perdido. El protagonista, el extraterrestre sin nombre, es una criatura de buenas costumbres (antes de acostarse reza sus oraciones y los domingos va a misa de ocho) que tiene la capacidad de cambiar su forma a voluntad. El alienígena intenta mimetizarse con la sociedad barcelonesa de principio de los noventa, asimilando sus costumbres y su forma de vida sin dejar de buscar a Gurb.
Esta es una novela de humor de las más divertidas que he leído. Siendo una obra española se agradece ese tono de buen humor inglés (lo identifico así porque un mundo en el que ocurren cosas absurdas continuamente pero el narrador o el protagonista las cuenta de forma natural lo asocio automáticamente con los Monty Python, Terry Pratchett, Douglas Adams). Además la estructura de la obra es muy adecuada para la comicidad de la misma (Mendoza se adelantó en muchos años a la creación de Twitter), pues mediante sentencias breves evita tener que alargar las situaciones hasta que dejen de tener gracia. La estructura es la siguiente:

09:35 Gag de cinco líneas.
09:47 Otro gag corto.
10:38 Otro gag corto que puede enlazar o no con los anteriores.
11:54 Un gag un poco más largo donde se desarrolla el efecto.

Todo el libro tiene esta apariencia de cuaderno de bitácora que por un lado permite mucha libertad al autor a la hora de encajar gags y por otro transmite un ritmo muy ligero, pues no se pierde en reflexiones ni se regodea en las situaciones, consiguiendo que el lector no deje de sonreír en ningún momento. Mucho me temo que si esta obra estuviera redactada de una manera más ortodoxa habría perdido casi toda su gracia, convirtiéndose en otro Plutón fiasco verbenero.
Aclararé ahora (porque lo quiero aclarar) la afirmación con la que abrí este artículo. Yo he llegado a ser un fan irredento de Eduardo Mendoza. Desde que le descubrí en la colosal obra titulada “La ciudad de los prodigios” (novela imprescindible que me sigue pareciendo la mejor que se ha escrito en España en los últimos cincuenta años) me convertí en mendocista. Devoré la trilogía del detective sin nombre (“El misterio de la cripta embrujada”, “El laberinto de las aceitunas” y “La aventura del tocador de señoras”), me sumergí en la guerra encubierta entre patronos y proletarios de “La verdad sobre el caso Savolta”, conocí la Venecia mágica de “La isla inaudita” y tuve que para ahí. Lo siento, sé que es una opinión personal y no tengo ninguna intención de argumentarla (entre otras cosas porque ya ha pasado mucho tiempo desde que lo leí y ya no me acuerdo de casi nada), pero “La isla inaudita” me pareció un tostón insuperable, de una magnitud tal que me hizo dejar de leer a Mendoza durante más de cinco años (hasta ahora). Sé que no es justo, que he disfrutado tanto con su literatura que sólo por un desencanto (que además es una novela corta), no debería haber dejado de leerle, pero acabé alargando el reencuentro un año tras otro (me ha ocurrido lo mismo con Saramago después de “Las intermitencias de la muerte”). Supongo que fue simplemente pereza. No sé. El caso es que una persona cercana a mí leyó hace no mucho “La ciudad de los prodigios” y ha caído en la misma fiebre que me embargó a mí años atrás. Esta persona (bueno, mi hermano, para qué cojones tanto misterio) me ha obligado a leer “Sin noticias de Gurb y ha merecido la pena, aquí está de nuevo ese sentido del humor que tanto me hizo reír.
Sin embargo…
Vale, no quería pero voy a tener que decirlo. Como lector he de lamentar el rumbo que Mendoza parece haber decidido tomar. Veo su bibliografía de los últimos años y no veo otra ciudad de los prodigios, no veo esa profundidad ni esa épica que sí aparecía en sus primeras novelas. Lo siento, pero me da la impresión (ojala que sea incorrecta) que él mismo considera que ya tocó techo con esa novela y ahora únicamente se dedica a la comedia ligera. Que se le da muy bien, no puedo afirmar lo contrario, pero su literatura ya no es aquella de la que me enamoré.
Volviendo a “Sin noticias de Gurb”, por si no había quedado claro, es un relato fresco, ágil y muy divertido (no obstante, según el propio autor, es su libro más vendido y uno de los más imitados), pero intrascendente. Tan rápido como se lee se olvida, aunque deja un poso dulce en la memoria.

Puntuación: 72 sobre 100

viernes, 4 de diciembre de 2009

ZIG ZAG - José Carlos Somoza


Título: Zig Zag
Autor: José Carlos Somoza (La Habana, Cuba, 1959)
Año de publicación: 2006
Edición: Random House Mondadori,colección Debolsillo, primera edición, enero 2007
Páginas: 569, Prólogo + 33 capítulos + epílogo + nota del autor



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Elisa Robledo, joven profesora de física teórica, guarda un se­creto terrible. Un secreto que se remonta a diez años atrás, pero que no ha dejado de atormentarla desde entonces. Hasta esa mañana, cuando comprende que tendrá que huir para salvar su vida y que necesitaría la ayuda de su único amigo, un colega de su departamento.Junto a él, Elisa comenzará a recordar las claves de lo sucedidocuando era alumna del prestigioso científico David Blanes, cuyosanálisis, basados en la «teoría de cuerdas», quizá harían posiblecontemplar el pasado de la humanidad, convertirla en testigo dela crucifixión de Cristo o vislumbrar la Tierra en pleno períodoJurásico, pero acabaron ofreciendo un resultado insospechado yescalofriante. » .Ahora, años después, Elisa intentará evitar el peligro letal que se cierne sobre ella y todos los que estuvieron relacionados con aquellos experimentos. Un peligro fruto de una implacable per­secución...Una novela imposible de abandonar hasta la última página, que co­loca al lector frente a las puertas -temibles y fascinantes- del horror.«El inquietante y escalofriante thriller de un escritor atemperado pero implacable para desarrollar historias y describir ambientes tur­badores.»Qué Leer


La novela de la que hablaré a lo largo de este artículo es "Zig Zag", de José Carlos Somoza, un thriller científico escrito en España. Acojona, ¿verdad?

Esta es la historia de Elisa Robledo, una brillante licenciada en física que se incorpora a un proyecto secreto cuyo fin es obtener imágenes del pasado (este dato hubiera preferido no revelarlo porque el autor esconde la finalidad del proyecto hasta bien enfada la novela, pero ya el texto de la contraportada se encarga de destriparlo, así que qué más dá). El grupo de científicos que se reúne para este objetivo logra el éxito, pero despierta a un ser peludo y con dientes que se dedicará a exterminarlos uno a uno y de la forma más horrenda posible. Pasan los años y la protagonista intenta rehacer su vida, pero el monstruo sigue acechando agazapado en las esquinas del tiempo (esta frase es mía) para poder completar su matanza.

Si exponemos la trama de esta forma parecerá que esta historia se ha escrito ya un millón de veces: un grupo de amigos/niños/compañeros que, sin querer, desata un horror que pretende acabar con todos ellos. Después de un enfrentamiento inicial parece que la amenaza remite pero, pasado el tiempo, los supervivientes del grupo tienen que reunirse de nuevo para encarar al susodicho ente en una apocalíptica batalla final. ¿A que no les cuesta nada ponerle un título? Vamos, si Stephen King vive casi en exclusiva de este argumento.

Esta novela es un best-seller al uso. Parte de una idea básica, a la que podríamos denominar "de cuarto de baño" (aquella que se te ocurre en el excusado y piensas: "Oye, pues molaría"). En torno a ella se va construyendo la historia. Los personajes no tienen que ser profundos ni las situaciones originales. No denuncia nada salvo de forma superficial y no pretende nada. Pero da igual porque si la idea central está bien desarrollada y el ritmo es adecuado, la novela funciona.

"Zig Zag" es una novela que cumple. Por un lado la mencionada idea central es muy interesante (la de partida, al menos; aunque es muy poco lo que se sabe de la historia del Cronovisor, este me parece uno de los enigmas más fascinantes del siglo XX). Además, y eso se agradece, el autor nos hace un esbozo de lo que es la física moderna, sobre todo de la tan nombrada "teoría de cuerdas", que se hace muy amena y muy entendible para el lector profano. (Michael Crichton) José Carlos Somoza no es Punset pero se nota que se ha documentado sobre el tema.

La verdad es que es una novela que me ha resultado agradable de leer, a pesar de sus carencias (luego me referiré a ellas). Eso se debe a que Somoza se conoce las reglas del género y las aplica correctamente, haciendo interesante la lectura. Una de ella nos dice que la historia se ha de ir revelando poco a poco para mantener la intriga y que el interés del lector no decaiga hasta el apoteósico final. Esto es así. A pesar de sus más de quinientas páginas esta obra se lee en un pispas porque siempre quieres saber qué es lo que va a ocurrir más adelante. El problema es que Somoza repite hasta la saciedad un recurso que no me parece necesario ("Elisa entró en la cocina y buscó en el armarito de la despensa una lata de champiñones para echarla al estofado SIN IMAGINAR QUE SÓLO FALTABAN DOCE MINUTOS CON CUARENTA Y OCHO SEGUNDOS PARA QUE SU VIDA CAMBIARA PARA SIEMPRE JAMÁS"). Se puede utilizar este efecto un par de veces siempre y cuando el lector no note que están intentado despertar su interés artificialmente, pero aquí se nota. Y mucho.

Tampoco me gustó otro detalle, muy común en este tipo de obras por otro lado. A través de los personajes el autor nos va a explicar, muy despacio para que no nos perdamos, la idea sobre la que se desarrolla la trama. Cuando está seguro de que lo estamos entendiendo todo da un golpe encima de la mesa, le da la vuelta a la historia y nos explica lo que de verdad está ocurriendo muy por encima. Yo agradezco que una novela no me tome por tonto ni me dé bien masticadito todo, pero esto es trampa, puro artificio.

Ese es el gran mal que podemos achacarle a la novela (¿al género?): su enorme artificiosidad. Los personajes son puros estereotipos y no es fácil encariñarse con ninguno de ellos; el mundo en el que se sitúa es bipolar (el bien y el mal no son matices de la realidad, es el BIEN y el MAL); la estrucutra es innecesariamente circular (por cojones tiene que acabar donde empieza), y algunos giros que emplea Somoza en los últimos capítulos se cargan la apariencia de verosimilitud que se intenta mantener en el resto de la obra.

Pero contando esas limitaciones y a pesar de que el autor no muestra ni una chispa de estilo propio, este es uno de los libros construidos para ser megaéxitos de ventas que mejor funciona. Y se lo recomiendo a todo aquel que desee una lectura leve y fácil de digerir.

Puntuación: 65 sobre 100


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