domingo, 21 de diciembre de 2008

UN ARCO IRIS EN LA NOCHE - Dominique Lapierre


Título: Un arco iris en la noche
Autor: Dominique Lapierre (La Rochelle, Francia, 1931)
Año de publicación: 2008
Título original: Un-arc-en-ciel dans la nuit
Edición: Editorial Planeta, Planeta Internacional, primera edición, septiembre de 2008
Traducción: Carmen Suárez Menéndez
Páginas: 423. Mapa de Sudáfrica + Mapa de la conquista de Sudáfrica por los carros del Gran Viaje + cuatro partes + Epílogos + Anexos + ¿Qué ha sido de ellos? + Breve muestra de las 1700 leyes del apartheid + Cronología + Glosario + Bibliografía selleccionada + Agradecimientos + Todo lo que no se da se pierde + Créditos fotográficos
-------------------------------------------------------------------------------------------------
6 de abril de 1652. Un puñado de jardineros holandeses desembarca en la punta sur del continente africano. Su misión: hacer crecer lechugas para la tripulación de la poderosa Compañía de las Indias Orientales de Amsterdam, diezmada por el escorbuto. En esta aventura agrícola no existe ambición alguna de conquista colonial. Pero estos hombres, y los inmigrantes que se unen a ellos, pronto desafían las junglas infestadas de bestias salvajes y de moscas tse-tse para adentrarse en el corazón del continente. Van a escibir el primer capítulo de la historia de un país que todavía no existe: Sudáfrica.
Convencidos por su fe calvinista de que Dios los ha elegido para reinar en el mundo, estos primeros colonos van a enfrentarse a las tribus negras, a los buscadores de oro y diamantes, y a los casacas rojas de la reina Victoria. Una saga feroz, tumultuosa, heroica, que desmbocará tres siglos más tarde en una de las mayores tragedias de la historia: la instauración, por parte de un pequeño grupo de cuatro millones de blancos, de un régimen racista que provocará cientos de miles de víctimas negras. Será el apartheid, una dictadura repugnante a la que pondrá fin, tras veintisiete años de encarcelamiento, un gigante de nuestro tiempo, Nelson Mandela.
Con la pasión, la minuciosidad y el talento que han marcado el éxito de sus grandes frescos históricos, Dominique Lapierre ha llevado a cabo una investigación de tres años para reconstruir la epopeya de estas mujeres y de estos hombres, anónimos o célebres, blancos o negros, europeos o africanos, que con su sangre y con lágrimas han dado a luz a Sudáfrica, hoy convertida en la "nación arco iris".
Dominique Lapierre es coautor, junto con Larry Collins, de ¿Arde París?, O llevarás luto por mí, Oh, Jerusalén, Esta noche la libertad, El quinto jinete y ¿Arde Nueva York? En solitario ha escrito La ciudad de la alegría, Más grandes que el amor, Mil soles y Érase una vez la URSS, y con Javier Moro, Era medianoche en Bhopal. Sus bestsellers han inspirado diversas superproducciones cinematográficas y cuentan con más de cien millones de lectores en todo el mundo.
Como ya anuncie en la entrada anterior voy a encadenar tres libros que podríamos catalogar como documentales. Es este el turno de “Un arco iris en la noche“, el último de Dominique Lapierre. Confesaré que no soy un devoto lector del autor francés. Eso es porque hasta ahora no había leído nada suyo (ni siquiera he visto la versión cinematográfica de “La ciudad de la alegría“. Soy completamente virgen de su literatura).
Si elegí leer el libro que ahora me ocupa fue porque el tema siempre me ha intrigado mucho. La historia de la humanidad esta plagada de injusticias colosales. La infamia nos ha acompañado desde el momento en el que el primer mono tuvo consciencia suficiente de su capacidad para putear al segundo mono. Esto no es nada nuevo. Tenemos ejemplos de lo que digo en todas las épocas historiadas. Por poner un ejemplo evidente de tan manido, es incomprensible que la misma especie humana que acumulando conocimiento sobre conocimiento ha sido capaz de escalar hasta la superficie lunar (o que, por poner otro símbolo de excelencia, ha sido capaz de programar “Metal Gear Solid 4. Guns of Patriots“) haya podido también descender hasta el profundo abismo de la irracionalidad que supuso el Holocausto. Podemos argumentar que desde el principio de los tiempos el pueblo judío ha despertado el recelo cuando no el odio entre el resto de grupos humanos (cosa que tampoco alcanzo a comprender). Podemos hablar de la idiosincrasia germana, de la situación económica de la Europa de entreguerras de la que siempre hay que culpar a alguien... Inclusive, si queremos, podremos hablar de hipnosis colectiva, de poderes en las sombras, de conspiraciones... Sigue resultando absurdo, pero podemos ir juntando piezas que, de alguna forma, nos hagan vislumbrar el por que de que un mundo entero se tape los ojos ante seis millones de asesinatos. Tenemos las piezas gracias a los libros de historia y a las ochocientassesenta y nueve películas que se han rodado hasta la fecha sobre el tema. Sin embargo, ¿como se entiende que tan solo cinco millones de blancos hayan subyugado a veinticinco millones de negros, dándoles tratamiento de extranjeros en su propio país, privándoles de los derechos mas básicos durante casi medio siglo, hasta ayer mismo? En el puzzle del Apartheid me faltaban muchas piezas.
Dominique Lapierre, con la ayuda otra vez de Javier Moro en la documentación (aunque en este caso no aparezca en la portada, como sí ocurrió en “Era medianoche en Bophal“) consigue sumergirnos de lleno en la muy particular historia de Sudáfrica. Tiene el autor el buen tino de remontarse a los orígenes en lugar de plantarnos en plena guerra de los bóers. Todo el primer capitulo lo dedica en exponernos los antecedentes. El ritmo de este primer capitulo es un tanto irregular, pues algunos sucesos se explican muy detenidamente mientras que luego se salta décadas enteras. Esto no me parece reprochable. Incluso es lógico. A fin de cuentas, esteno es un libro de Historia sino de historias. Quizás ese sea también el gran problema en los capítulos siguientes, cuando ya nos hemos metido en materia. Lapierre se dedica a contar historias que nos ayuden a comprender la vida dentro del Apartheid. Ahora nos habla del Distrito Seis, de Sophiatown, de la enfermera Helen y del doctor Barnard, de los Mandela... No es que cuente cada una de las historias del tirón, pero las va relacionando en grupos temáticos. Más o menos. Así nos encontramos con que en una de las historias estamos llegando a 1983 y en la página siguiente pasamos a otra que se remonta a 1967. Este baile en la línea temporal me llego a descolocar como lector en más de una ocasión.
También me han faltado algunas piezas que me hubiera gustado encontrar (dejo ya de dar por culo con el símil del puzzle, lo juro). Me falta saber el porqué de la existencia de esos pequeños países rodeados por la Unión Sudafricana, como Botswana, por ejemplo. En fin, supongo que siempre nos quedara la Wikipedia.
Al libro anterior le reproché la falta de documento gráfico. Como anuncié también en aquella entrada, en “Un arco iris en la noche“ tenemos mapas y fotografías. Insuficientes, bien es verdad, pero los tiene. Lo que si se agradece y mucho es la inclusión de una serie de apéndices que sirven de colofón a las historias contadas. En especial me alegro encontrarme con aquel que nos habla de la vida posterior de algunos personajes. Si por mi fuera todas las obras documentales deberían tener un epílogo del tipo “Qué pasó con... “ Y algunas novelas también, que coño.
El lenguaje es claro y conciso, algo que debemos agradecer tanto al autor como a la traductora. Si acaso diremos que Lapierre no busca ser imparcial en los hechos que narra. A menudo toma partido y critica a los protagonistas que nos presenta. Bien por él. Ya he dicho que no es un libro de Historia.
Una obra que ayuda a recordar unos hechos para olvidar.
PUNTUACIÓN: 86 sobre 100

viernes, 12 de diciembre de 2008

ORÍGENES - Amin Maalouf


Título: Orígenes
Autor: Amin Maalouf أمين معلوف(Beirut, Líbano, 1949)
Año de publicación: 2004
Título original: Origines
Edición: Alianza Editorial, 2004
Traducción: María Teresa Gallego Urrutia
Páginas: 535, 71 capítulos, ocho partes + Notas y agradecimientos
-------------------------------------------------------------------------------------------------
"Pertenezco a una tribu que, desde siempre, vive como nómada en un desierto del tamaño del mundo. Nuestros países son oasis de los que nos vamos cuando se seca el manantial; nuestras casas son tiendas vestidas de piedra; nuestras nacionalidades dependen de fechas y de barcos. Lo único que nos vincula, por encima de las generaciones, por encima de los mares, por encima de la Babel de las lenguas, es el murmullo de un apellido." Precisamente ese vínculo es el que lleva a Amin Maalouf, en Orígenes, a volver sus ojos hacia sus raíces familiares. Hurga en su memoria para resucitar el destino de esta "tribu", los Maalouf, que desde el Líbano que les vio nacer se expandieron por el mundo para alcanzar tierras tan aparentemente lejanas a su cultura como Cuba. En esta aventura que cubre en el tiempo todo un siglo, con la misma emotividad con la que nos cautivó en León el Africano, Amin Maalouf convoca a los muertos y a los vivos, a los fantasmas de sus antepasados y a los familiares que le rodean, para explorar las leyendas que se han alimentado entre los suyos. Revuelve viejos arcones, descubre amarillentas correspondencias, apergaminadas cartas de amor e inquietudes, esperanzas y desazones que le permiten hacer el retrato de toda una época periclitada, con las convulsiones que llevaron al desmoronamiento del Imperio otomano, y forjarse una idea clara de cómo eran, cómo pensaban y lo que llevó a los Maalouf a la diáspora. Unos eran místicos, otros masones; unos profesores, otros comerciantes, y todos, soñadores políglotas y cosmopolitas.
Maalouf sabe que la misma sangre inquieta corre también por sus venas y es consciente de que su periplo vital hubiera sido vano si, a través de la escritura y de su forma de ser, no hubiera sido fiel a esta genealogía emprendedora. Orígenes es el reconocimiento de la deuda contraída con sus antepasados, una larga y noble oración, un canto de amor a la tierra que le vio nacer y que permanece como la única patria de este escritor del exilio siempre afanado en hallar puentes entre Oriente y Occidente.
Después de tantas novelas como he comentado hasta ahora (todas menos esta) voy a cambiar de tercio. Las próximas tres obras de las que hablare no serán de ficción sino que me van a servir para conocer mejor el mundo en el que estamos. Ya digo que no ha sido esta una elección premeditada. Nunca hago planes del tipo “durante este mes solo voy a leer literatura escandinava“. No. Sencillamente han caído en mis manos unos libros que me apetece leer, así que me los leo. Voy a comenzar con “Orígenes“, de Amin Maalouf, pues ya había leído anteriormente la novela mas conocida del autor, “León el Africano“ y tenia ganas ya de recuperar otra obra suya. De hecho escogí esta porque me sonaba el titulo aunque no sabia de que iba (creí que era ficción). Cuando leí el resumen de la contraportada mas conforme estuve con mi decisión.
En “Orígenes“Maalouf se sumerge en la historia de sus antepasados cercanos, centrándose en la figura de su abuelo Botros y del hermano de este, Gebrayel. Nos encontramos a principios del siglo XX, en la provincia siria de Monte Líbano. Soplan vientos de cambio en un imperio, el otomano, de casi quinientos años de antigüedad. La modernidad, tal y como se entiende en Occidente, empieza a infiltrarse en Asia Menor, chocando con las contradicciones propias de la zona. Ante la frustración de un presente incierto los hombres de estas tierras se encuentran con la disyuntiva de quedarse en el país e intentar transformarlo desde dentro, luchando contra las costumbres y contra unas estructuras culturales y sociales arcaicas o bien emigrar. Emigra Gebrayel, quien se convierte en un comerciante rico e influyente de La Habana. Un hombre al que su propia fortuna perderá para luego ser perdida. Se queda Botros quien, conteniendo los impulsos que le gritan que se largue, se bate en una guerra perdida de antemano para traer las luces del conocimiento y la libertad a las tierras del Levante. Se convierte en un hombre admirado por su comunidad, aunque también envidiado y recelado.
Amin Maalouf también habla, pero menos, de otros miembros de su familia, como su padre y parte de la rama materna. Ya avisa el autor, al final de la obra, que en otras futuras se encargar de hablar de estos otros hombres y mujeres, mas lejanos o mas cercanos, de su genealogía. Si escogió centrarse en Botros y Gebrayel fue porque la época que ellos vivieron fue trascendental en la historia del Líbano. Los estertores del Imperio Otomano, la Primera Guerra Mundial, la caída de la Gran Turquía y su desmembramiento, el advenimiento del profeta de la modernidad, Kemal Atatürk.
Me resulta curioso que en algunos de estos acontecimientos el autor profundice y en otros, que seguramente afectaron mas a sus paisanos, pasa de puntillas mencionándolos solo. Me refiero a las varias matanzas que apunta pero sin situarlas en el tiempo ni explicar sus causas, empleándolas solo como referencia a algún suceso en el que si se quiere detener. No se por que Maalouf decide hacer eso pero confunde al lector porque, viendo la tensión que se ha vivido en su país en las ultimas décadas, da la impresión de que el principio del siglo XX fue una época idílica para Oriente Medio, con cambios, si, en cierto modo convulsa, con hambre, con miseria, pero sin los muertos que ahora vemos en los telediarios.
Llegados mas o menos a la mitad del libro Amin Maalouf corta en seco la biografía de su abuelo y se marcha físicamente a La Habana, en busca de las huellas de su tío perdido Gebrayel. Aunque llegue a sobresaltar el cambio brusco del tono de la obra me parece un movimiento muy inteligente. La narración se convierte en un diario en el que va anotando sus pesquisas y resultados, satisfactorios o decepcionantes, según se vayan produciendo. Localizamos con el la tumba del tío-abuelo cubano, el lugar donde este falleció, su palacio y hasta algún primo desconocido con vida. Estos capítulos son para mi de los mejores de “Orígenes“, sin desmerecer con ello a los demás. Me recordaron a la búsqueda que emprendió Juan Manuel de Prada en “Las esquinas del aire”.
En general podemos destacar que Amin Maalouf trata a todos sus ascendientes con ternura pero sin mucha condescendencia. Habla de las virtudes de todos ellos pero no los mitifica, también expone sus errores y sus arbitrariedades. Eso si, siempre buscando un motivo que los justifique (eso no me parece mal, que conste. Siempre he pensado que hasta las peores infamias de la historia de la humanidad han tenido una justificación inapelable para sus autores). Esta es una obra que obliga al lector a preguntarse por sus propias raíces. ¿Que sabe uno en realidad de todos aquellos que le precedieron? ¿Que hizo en realidad mi abuelo en la guerra? Lastima que en mi caso no exista un baúl lleno de cartas.
Lo que si echo en falta es algo que agradezco profundamente en toda obra documental (algo que si ofrece la que estoy leyendo ahora, por ejemplo) que son unos mapas de la época y, sobre todo, fotos de los protagonistas. A medida que vas conociendo sus actos masganas tienes de poder mirar a Botros a los ojos.
En definitiva, un gran libro y un gran homenaje, muy agradable de leer.
PUNTUACION: 89 sobre 100.

miércoles, 3 de diciembre de 2008

HELENA O EL MAR DEL VERANO - Julián Ayesta



Tí­tulo: Helena o el mar del verano
Autor: Julián Ayesta (Gijón, España 1918)
Año de publicación: 1952
Edición: Editorial Acantilado, quinta reimpresión, noviembre 2007

Páginas: 87, tres partes, siete capítulos







-------------------------------------------------------------------------------------------------

Cuando apareció en 1952, Helena o el mar del verano fue considerada por un pequeño grupo de entusiastas lectores una de las obras más extraordinarias de la narrativa española de posguerra. A través de los años permanece intacto el poder de sugestión y el lirismo de la escritura de Ayesta.
"Uno de los diez libros más importantes de la narrativa española del siglo XX." MARÍA JOSÉ OBIOL, El País
"Las anteojeras de una crítica miope han convertido en tópico la falta de vuelo de la narrativa española de los años cincuenta. [...] Helena o el mar del verano demuestra que la imaginación y sutileza de la palabra ya circulaban..." Abc
"Afirmo sin ningún ánimo de asombrar a nadie que es uno de los libros más hermosos de la literatura española de posguerra." GREGORIO MORÁN, La Vanguardia



Después de la noche siempre llega el día, o al menos así ha ocurrido hasta ahora. Después de la racha de títulos flojos que he venido comentando en el último mes, hoy tengo el inmenso placer de hablar de "Helena o el mar del verano", la única novela publicada por Julián Ayesta. Y ya que estamos haciendo odiosas comparaciones señalaré el contraste con la última novela de la que hablé, en la que quinientas páginas no decían nada cuando aquí, donde no se cuentan ni noventa, nos podemos sumergir en un mundo inmenso. Y es tan inmenso este mundo porque no se ciñe a los límites de papel de las páginas, sino que enlaza con el nuestro propio. Mi infancia tuvo lugar más de treinta años después de la publicación de esta novela y casi quinientos kilómetros más al sur del escenario de la misma, pero a medida que la iba leyendo más me iba reconociendo en ella. De alguna manera, yo he vivido así, he pensado así, he sentido así (espectaculares los auto-debates teológicos del capítulo titulado "La alegría de Dios").
En la novela el que habla es un niño entrando en la adolescencia. Habla de su vida, de sus veranos en las playas de Gijón, de su relación con los mayores, del sentimiento religioso y las primeras dudas sobre este, y de Helena. Helena es aquella chica que te transforma sin ella pretenderlo, la que hace que dejes de ver a las niñas como unas tontas y unas malas compañeras de juegos y las convierte en unos seres mágicos, incomprensibles e inalcanzables. La que te convierte en hombre pero no por madurez real sino para impresionar. La que te enseña el mundo que conoces desde siempre pero visto desde sus ojos.
Y todo eso en un libro que te puedes leer en poco más de una hora. La explicación la he dado antes. Esta novela no se puede leer sin apelar a los recuerdos personales. Eso hace que, a pesar de los más de cincuenta años transcurridos desde su publicación no haya envejecido ni un ápice.
Muchas veces, en comentarios de otras novelas, he argumentado su nota hablando de lo bien o lo mal que ha envejecido (sobre todo en los libros que se han escrito hace más de treinta años, evidentemente). Yo creo que para poder decir de un libro que se mantiene perfectamente vigente al día de hoy podemos tomar en consideración dos factores. Uno es que la obra hable de un lugar en concreto y de un momento histórico concreto, con lo que el pasar de los años le va dando un carácter de documental. El otro es que el autor se dirija al lector de tú a tú, que se infiltre en sus vísceras mostrándole que, en el fondo, sus problemas, sus grandes problemas, son los que han sido siempre en toda la historia de la humanidad.
Indudablemente, "Helena o el mar del verano" pertenece a este segundo grupo.
Mi encuentro con esta novela fue todo un descubrimiento, propiciado por un amigo que sabe lo que lee, pues nunca había oído hablar antes ni de la novela ni del autor. Tal y como aparece en la contraportada, cuando se habla de esta novela es obligatorio hablar del páramo en el que, según gran parte de la crítica, se había convertido la narrativa española durante la posguerra. Yo no seré menos.
Desde que estaba en el colegio siempre me habían enseñado que la Guerra Civil acabó con una brillante edad de plata en las letras españolas para dar paso a una época oscura donde sólo se publicaban novelas de autores adscritos al régimen que se dedicaban a loar las proezas de la Cruzada. Novelas muy discretas de entre las que destacan un puñado escaso (si no menos, ahora mismo sólo recuerdo "Nada", de Carmen Laforet y "La familia de Pascual Duarte", de Cela). Esta situación duró hasta que Luis Martín Santos dio un vuelco completo a la situación al publicar, en 1962, "Tiempo de silencio". Pero entremedias, sólo el vacío.
Y ahora, después de leer "Helena o el mar del verano", no puedo hacer otra cosa más que pensar en todas esas joyas ocultas que quedarán sepultadas por el olvido de la crítica profesional.
Como casi siempre, hablaremos ahora de la estructura de la novela. Está escrita en primera persona, con el lenguaje que emplearía un niño en plena pubertad. Esa falta de cuidado por la retórica y la forma de utilizar la gramática puede ser un tanto chocante en un primer vistazo (puede irritar el abuso del polisíndeton, pero es algo que no será ajeno a cualquiera que haya leído a Hemingway). Sin embargo puedo asegurar que pasadas las primeras páginas estamos tan inmersos en la lectura y en la evocación de los recuerdos que el lenguaje no sólo no molesta sino que se descubre como el más adecuado.
En definitiva, es esta una novela muy recomendable, que tiene tantas lecturas como lectores por su multidimensionalidad, y que pide, como poco, otra relectura.


Puntuación: 96 sobre 100
Búsqueda personalizada