domingo, 28 de septiembre de 2008

LA VOZ DE LOS MUERTOS - Orson Scott Card


Tí­tulo: La voz de los muertos
Autor: Orson Scott Card (Richland, Washington, USA 1951)
Año de publicación: 1986
Tí­tulo original: Speaker for the dead
Edición: Ediciones B, colección Byblos Ciencia Ficción. 1ª edición, octubre 2004
Traducción: Rafael Marín Trechera
Páginas: 527. Algunos habitantes de la colonia Lusitania + Notas sobre pronunciación + Prólogo + 18 capítulos
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Después del genocidio de los insectores, Ender Wiggin desapareció y en su lugar surgió una voz poderosa: la nueva religión de los Portavoces de los Muertos, que sirven como sacerdotes a quienes no creen en ningún Dios y, sin embargo, creen en los valores de los seres humanos. Han pasado tres mil años desde los hechos de El juego de Ender, pero los efectos del viaje relativista permiten la presencia de un joven Ender de treinta y cinco años, elemento central en el segundo contacto de los seres humanos con otra raza galáctica. Esta especie, al igual que los insertores, resulta completamente extraña y, en sus primeros acercamientos a los seres humanos, han causado muertos incomprensibles.
Sólo Ender, el xenocida, tendrá la valentía de afrontar la verdad.
Bueno, pues al fin lo encontré. Después de recorrer bibliotecas, librerías y páginas de internet, justo cuando dejé de buscarlo llegó a mis manos la segunda parte de "El juego de Ender". Uno pensaría que debería ser fácil localizar los volúmenes que componen esta saga, más ahora que se está rodando (o se va a empezar a rodar) la versión cinematográfica de la primera parte, pero no es sí. Podemos suponer que esto ocurre porque en realidad "La voz de los muertos" no es la segunda parte de "El juego de Ender". Es una novela de ciencia ficción protagonizada por un hombre llamado Ender. De tal manera que, si el libro anterior no existiera o el protagonista de este en lugar de llamarse Ender se llamara Jordi LP, la historia se entendería igual. Igual de bien o igual de mal. De eso hablaremos más adelante. Si bien es cierto que el protagonista tiene un pasado y que a menudo evoca acontecimientos narrados en "El juego de Ender", no es imprescindible conocerlos para seguir leyendo. Todo lo que necesitas se encuentra entre la portada y la contraportada de esta novela. Vayamos a la historia. Han pasado más de tres mil años desde el final de la historia anterior. Ender ha vagado entre los planetas y los eones buscando un lugar apto para deshacer su infamia (una vez más soy deliberadamente críptico para no desvelar detalles importantes de la trama). Durante ese tiempo el ser humano se ha ido expandiendo por el universo. En un planeta habitable se establece la colonia Lusitania, remedo del Brasil actual, una colonia minera fuertemente influida por la iglesia católica. Pronto descubren los lusitanos que en los bosques que rodean su pequeño asentamiento habita una raza de seres inteligentes autóctonos, los cerdis, la tercera encontrada en todo el universo después de los insectores y los seres humanos. Son unas criaturas de hábitos extraños y cultura primitiva. Los lusitanos deciden entonces que lo mejor es vivir de espaldas a ellos (vale, tampoco es que lo decidan ellos sino que se lo imponen), aprendiendo de ellos pero enseñándoles lo mínimo. No es casualidad el tipo de colonia que se establece. Con ello el autor hace un paralelismo con la política del gobierno brasileño cuando se contacta con una tribu desconocida de la Amazonía, que consiste en estudiar sus costumbres pero sin contaminarlos culturalmente. Volvamos al tema. Aparece la figura del zenador (antropólogo), que se acerca a los cerdis para conocerles, pero que está atado de pies y manos por una ley que le obliga incluso a evitar ciertas preguntas. Pero los cerdis no son tan fáciles de comprender. Con el universo entero pendiente de lo que ocurre en Lusitania, Ender comprende que ese es el sitio que ha estado buscando en los últimos treinta siglos, y hacia allí se dirige. A grandes rasgos así es como comienza "La voz de los muertos", ofreciendo aún mucho más. La verdad es que su lectura me fue especialmente grata por la razón que he apuntado antes. No es una continuación. Orson Scott Card no se limita a estirar la historia de "El juego de Ender" ni a utilizar ese artificio tan tramposo que consiste en recortar los personajes de una historia anterior que funciona para pegarlos en otra situación extrema, a ver qué es lo que ocurre. Aquí ni siquiera los personajes son los mismos. A parte del propio Ender sólo repite, aunque de forma más testimonial que otra cosa, su hermana Valentine. Pero es que este Andrew no tiene nada que ver con aquel crío especialmente dotado para la guerra al que, a fuerza de machacarle, el ejército de la Tierra consigue construir a su general. Si acaso es descendiente directo del Ender del final de la novela anterior, un Ender atormentado por sus actos, profundamente humano. Ahora es un hombre cuyo fin en la vida es lavar su culpa. Para rematar por fin las comparaciones entre "El juego de Ender" y "La voz de los muertos", me referiré a las criaturas extra humanas de ambos libros. Mientras que los insectores de la primera novela planean durante toda ella como una sombra amenazante pero no llegaremos a conocerlos hasta las últimas páginas, los cerdis aparecen desde el principio. Y se agradece. Son personajes amables de tan grotescos como son. De hecho sucede que se les hecha de menos cuando pasan las páginas y los cerdis no aparecen. Me abstengo e hablar más de ellos porque la trama de la novela es su extraña naturaleza. El resto de personajes pueden ser más atractivos o más odiosos, de todo hay. El de Novinha es interesante, aunque su relación con el Portavoz no está bien construida. Como en las malas películas salta del odio al amor con sólo volver una página. Los hijos de esta tienen caracteres muy distintos aunque precisamente por ser tantos algunos solo quedan esbozados (como Grego, el pequeño caníbal). Curiosamente uno de los personajes más trabajados es el de Marcâo, que no aparece en el desarrollo de la historia, sólo vemos cómo hablan de él los demás. Y, por supuesto, Jane es gilipollas. Cualquiera que haya podido leer sus agudos comentarios convendrá conmigo. Antes dije que la novela se podría entender mejor o peor. Con ello no pretendo insinuar que el la historia se compleja u oscura. Me refiero más bien con ello al final de la novela. No sólo no es tan sorprendente como el de la anterior (esta sí es la última comparación, lo juro) sino que te deja más confundido. A lo mejor porque uno espera precisamente que en las últimas páginas se le de la vuelta a todo lo contado anteriormente y eso no ocurre. Pero por otro lado eso la hace más diferente, si cabe. A pesar de algunos errores en la construcción de ciertos personajes, la mera existencia de esta novela es un acierto. Orson Scott Card es un autor de género con recursos. Con lo fácil que hubiera resultado escribir una continuación al uso de su anterior éxito, se la juega. Espero que el resto de la saga sea igual.
Puntuación: 90 sobre 100

domingo, 21 de septiembre de 2008

LAS UVAS DE LA IRA - John Steinbeck


Tí­tulo: Las uvas de la ira
Autor: John Earnest Steinbeck (Salinas, California, USA 1902)
Año de publicación: 1939
Título original: The grapes of wrath
Edición: Alianza editorial. 4ª reimpresión, 2005
Traducción: María Coy Girón
Páginas: 654. 30 capítulos






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Premio Nobel de Literatura en 1962, JOHN STEINBECK (1902-1968) fue testigo directo de la Depresión económica que, originada por el crack bursátil de 1929, azotó durante la decada de los años treinta a los Estados Unidos. Publicada en 1939 y objeto de varias versiones cinematográficas -entre ellas un memorable film de John Ford-, LAS UVAS DE LA IRA relata en una narración que alcanza por momentos cotas épicas la emigración que, desde una inhabitable Oklahoma, lleva a cabo la familia Joad junto a miles de personas más hacia la tierra de promisión que parece California. A lo largo del camino, sin embargo, este ejército de desposeídos comprobará la frágil consistencia de un "sueño americano" que progresiva e inevitablemente acabará desvneciéndose.


Ahora, que vivimos en un permanente estado de crisis, cuando los precios suben y los trabajos se acaban, cuando el sueño americano está muerto hasta para los americanos, no digamos para los que vivimos a su sombra, ahora es bueno recuperar "Las uvas de la ira". Es bueno porque nos muestra cómo somos, cómo reaccionamos cuando todo se cae y por qué no merecemos ningún tipo de salvación.
La novela nos sitúa en los estados Unidos durante los años treinta, en la época de la Gran Depresión. Los bancos habían jugado con fuego durante años, empujando al sistema capitalista hasta el borde del colapso. Pero ellos no podían perder, ellos nunca pierden, así que para recuperarse arrebataron sus tierras a los que sólo tenían eso. Miles de familias campesinas de los estados de Oklahoma, Arkansas, Texas, etc., se encontraron en las calles, sin siquiera un pedazo de terreno donde reventar. Como de esta situación también se puede sacar provecho, los ricos terratenientes de los campos de California los llamaron, les prometieron trabajo y prosperidad, un futuro de almíbar para aquellos que no esperaban ya ningún futuro. Comenzó la migración masiva hacia el oeste.
Durante las páginas de esta novela acompañamos a la familia Joad en su peregrinación en busca de una vida mejor. O si no mejor al menos igual a la que tenían antes e que al banco le entrara hambre de tierras. Salimos con ellos de un estado desolado, el de Oklahoma, en el que ya no hay sitio para granjeros, donde estos han ido sustituidos por los tractores, que arrasan las casas, profanan los cementerios, se alimentan con la sangre y los sueños de los campesinos. Nos unimos a la gran caravana de los desposeídos que atraviesan como pueden el país a través de la Ruta 66 hasta llegar a California, la tierra mágica, donde no hay pobreza ni necesidad, donde si tienes hambre sólo tienes que estirar un brazo y coger una naranja o un racimo de uvas.
Pero no todo es como debería ser en el maravilloso mundo de Oz.
Allí no hay dignidad para los okies. Hay esclavitud. No como la de los siglos pasados, pero esclavitud. No hay amos que te corten los pies por los tobillos pero te den casa y comida. Hay amos que te ofrecen migajas por un trabajo atroz. Si te gusta, bien. Si no, otros lo aceptarán. Y cuidado con lo que dices, que aquí no queremos rojos de mierda. Hay rechazo por parte de los vecinos. Saben que necesitan la mano de obra barata que proporcionan los forasteros pero no los quieren cerca de ellos. Son sucios, pobres, no tienen educación, viven como animales. ¿Les suena esto de algo? Sesenta y nueve años han pasado desde que se publicó esta novela y las cosas no han cambiado mucho.
Steinbeck se muestra muy audaz escribiendo esta novela. Cuando se publicó los hechos que narra no estaban en el pasado sino en el doloroso presente. Veinte años habían pasado desde la Revolución Soviética y las condiciones de la Gran Depresión post-Crack le hicieron pensar al autor que la caída del sistema capitalista era inminente. En diversos momentos de la novela aparece la idea de que sólo era necesaria una chispa más para que los que no tenían nada se dieran cuenta de que se podían tener los unos a los otros, empezaran a organizarse e incendiaran el sistema hasta los cimientos. Esto finalmente no ocurrió, como todos sabemos. Casi en el mismo momento en el que se publicaba "Las uvas de la ira" Hitler decidió invadir Polonia resucitó al capitalismo gracias a la economía de guerra. No hay nada como el enemigo común.
Hay que tener en cuenta que el período en el que se publicó esta novela es anterior a la Guerra Fría. Entonces el comunismo era una doctrina muy rechazada por la mayor parte de la sociedad estadounidense, pero aún no era el Coco en el que se convertiría después. Lo digo porque a medida que la estaba leyendo más me extrañaba que Steinbeck hubiera encontrado editor (aún así le costó y mucho). Seguro que en los tiempos del senador McCarthy habría acabado entre las llamas.
El personaje principal de esta novela es la Familia, encarnada por la Madre. Ella se encarga de mantener unidos a los suyos por encima de todas las dificultades que se puedan presentar. Es la más fuerte, la más resolutiva. En ningún momento pierde la dignidad ni permite que la pierda nadie. También son personajes fundamentales el protagonista, Tom, hijo mayor recién salido de prisión. Él es el apoyo de la Madre. Llega donde ella no puede llegar. Y, por supuesto, el del Predicador, aunque su participación sea menor. Su transformación es la transformación de una sociedad (la transformación que esperaba Steinbeck), de la hipocresía y el puritanismo a la conciencia social y la búsqueda de la justicia. El resto de los personajes de la novela, acaso exceptuando a Rosasharn (la gran víctima, redimida en la última escena) se difuminan al lado de los protagonistas. Cada uno tiene su historia, sí, pero esta funciona en relación a al Familia.
La estructura es lineal, en tiempo y espacio, aunque se alternan los capítulos dedicados a contar la historia de la familia Joad, más largos, con esos otros que se ajustan entre ellos y dan forma al marco en el que se sitúa la narración. Son frescos de las vidas de los actores que participaron en una época infausta en la memoria de la humanidad. Desde los desvergonzados vendedores de vehículos usados hasta las comunidades de desarrapados que intentan sobrevivir al margen de la sociedad. Estos capítulos extras pueden llegar a poner los pelos de punta.

En definitiva, una novela imprescindible para hoy y para siempre.

Puntuación: 96 sobre 100.

lunes, 8 de septiembre de 2008

TU ROSTRO MAÑANA - Javier Marías
























Tí­tulo: Tu rostro mañana
- 1. Fiebre y lanza
- 2. Baile y sueño
- 3. Veneno y sombra y adiós
Autor: Javier Marías Franco (Madrid, España, 1951)
Año de publicación:

1 - 2002
2 - 2004
3 - 2007
Edición: Editorial Alfaguara. Santillana Ediciones Generales
1 - Primera edición, octubre 2002
2 - Primera edición, noviembre 2004
3 - Primera edición, septiembre 2007
Páginas:

1 - 475, dos partes
2 - 410, dos partes
3 - 707, tres partes + agradecimientos


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"No debería uno contar nunca nada", empieza por decir el narrador de esta historia, Jaime o Jacobo o Jacques Deza.
Y sin embargo su tarea va a ser la contraria, contarlo todo, hasta lo aún no sucedido, al ser contratado por un grupo sin nombre que durante la Segunda Guerra Mundial creó el MI6, el Servicio Secreto británico, y que aún funciona hoy en día de manera tal vez degradada, o acaso ya bajo diferentes auspicios.
El protagonista regresa a Inglaterra, en cuya Universidad de Oxford había enseñado muchos años atrás, "por no seguir cerca de mi mujer mientras ella se me alejaba". Y allí descubre que, según Sir Peter Wheeler, viejo profesor retirado "con demasiados recuerdos", él también pertenece al reducido grupo de personas que poseen un "don" o una maldición: el de ver lo que la gente hará en el futuro, el de conocer hoy cómo serán sus rostros mañana, el de saber quiénes nos traicionarán o nos serán leales.
Con una audaz estructura y su envolvente prosa, Javier Marías indaga aquí con más profundidad que nunca en algunos de sus temas ya clásicos: en la insondable esencia de las personas, en la bendición y desdicha del hablar y el callar, en lo que todos somos capaces de ver desde el principio en los otros... pero muy pocos nos atrevemos a reconocer con nuestra conciencia.





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"Ojalá nunca nadie nos pidiera nada, ni casi nos preguntara, ningún consejo ni favor ni préstamo, ni el de la atención siquiera... Ojalá nadie se nos acercara a decirnos 'Por favor', u 'Oye, ¿tú sabes?', 'Oye, ¿tú podrías decirme?', 'Oye, es que quiero pedirte: una recomendación, un dato, un parecer, una mano, dinero, una intercesión, o consuelo, una gracia, que me guards este secreto o que cambies por mí y seas otro, o que por mí traiciones y mientas o calles y así me salves'."
Así comienza Baile y sueño, el segundo y penúltimo volumen de Tu rostro mañana, probablemente la obra cumbre novelística de Javier Marías. En él se nos sigue contando la historia, iniciada en Fiebre y lanza, de Jaime o Jacobo o Jacques Deza, español al servicio de un grupo sin nombre, dependiente del MI6 o Servicio Secreto británico, cuya tarea y "don" es ver lo que la gente hará en el futuro, o conocer hoy cómo serán sus rostros mañana.
Baile y sueño os abisma una vez más en la embrujadora prosa de su autor y nos lleva a meditar sobre tantas cosas que creemos hacer "sin querer", incluidas las más violentas y que por eso acabamos por convencernos de que "apenas si cuentan" y aun de que nunca se hicieran.


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"Uno no lo desea, pero prefiere siempre que muera el que está a su lado, en una misión o una batalla, en una escuadrilla aérea o bajo un bombardeo o en la trinchera cuando las había, en un asalto callejero o en un atraco a una tienda o en un secuestro de turistas, en un terremoto, una explosión, un atentado, un incenio, da lo mismo: el compañero, el hermano, el padre o incluso el hijo, aunque sea niño. Y también la amada, también la amada, antes que uno mismo."
Así arranca Veneno y sombra y adiós, el tercer y último volumen de Tu rostro mañana, la grandiosa novela de Javier Marías que, por fin completa, y como ya ha anticipado la crítica extranjera, se revela como una de las cumbres literarias de nuestro tiempo. El narrador y protagonista, Jacques o Jaime o Jacobo Deza, acaba por conocer aquí los inesperados rostros de quienes lo rodean y también el suyo propio, y descubre que, bajo el mundo más o menos apaciguado en que vivimos los occidentales, siempre late una necesidad de traición y violencia que se nos inocula como un veneno.
Con sus nuevos y cruciales episodios en Londres, Madrid y Oxford, con su desenlace sobrecogedor, se cierra aquí una historia que es mucho más que uns historia apasionante, contada con la maestría de uno de los mejores novelistas contemporáneos, y tal vez el más profundo y arriesgado.





Vamos a ver. "Tu rostro mañana" en una novela formada por tres libros, por siete partes y por casi mil seiscientas páginas. Sin embargo la historia en sí, la acción que se cuenta en ella, se podría narrar en una de no más de ciento cincuenta páginas. Esto es, lo mismo se podría haber contado en un libre diez veces menos extenso que el que nos ocupa. ¿Cómo se rellenan tantas páginas de diferencia? Pues dando vueltas y más vueltas al discurso del protagonista. Deza no es sólo agente o paciente de lo que ocurre a su alrededor. Él observa, reflexiona, relaciona, recuerda, interpreta. Todo ello inevitablemte afecta al ritmo de la novela.
Por otro lado, la acción en sí no es nada especial.. Comienza muy despacio, no hay giros sorprendentes en la trama y el desenalca parece como si se lo saltaran. Ahora ocurren estas cosas, ahora ya no.
Hay secundarios entrañables, como sir Peter Wheeler, el padre del protagonista y, como no, el diplomático español Rafita de la Garza. POr Deza, el protagonista, yambién acabaremos empatizando a fuerza de escuchar su monólogo interior, aunque en ocasiones leegue a desesperar. El resto de personajes, como Tupra, Pérez Nuix, Luis, etc,, prometen mucho pero acaban decepcionando. No rematan su participación en la historia.
La estructura es un poco confusa. Como ya dejé indicado, la novela está dividida en tres libros y en siete partes. Sin embargo ni en cada uno de los libros ni en cada una de las partes aparece una unidad temática identificable que la diferencia de las demás y le dé un sentido al título. Esto no ocurre salvo si forzamos la interpretación del pasaje.
Con todo lo comentado hasta ahora podría parecer que no he quedado muy satisfecho con la lectura de "Tu rostro mañana". Nada más lejos. No me equívoco ni chispa si aseguro que para mí esta ha sido la mejor novela que he leído en lo que llevamos de año.
Y mira que tenía dudas a la hora de empezar a leerla. No por el tamaño, que cuando está bien aprovechado el espacio no asusta el alud de letras. Es porque es una obra de Javier Marías, con todo lo que eso significa. Yo no había leído nada de este autor hasta ahora pero, como todo el mundo, había escuchado millares de críticas sobre su forma de escribir, unas positivas y otras muy negativas. Sin ir más lejos una vez leí que en sólo el título de una de sus novelas (creo recordar que era "Corazón tan blanco") había más errores gramaticales que en muchos best-sellers. Que no es escritor en absoluto, que no sabe avanzar en una trama ni hilvanar construcciones gramaticales con coherencia (siento repetirme con este palabro, pero en eso insisten sus críticos, en la gramática de Marías). Ni que decir tiene de que hay otra multitud de lectores que lo alaban como uno de los mejores narradores de la literatura española de nuestros tiempos. Entre otras cosas por su osadía gramatical (lo siento, no lo volveré a repetir). Veo que voy a tener que añadirme ya a estos últimos.
Y es que, a pesar de lo que comenté al inicio de esta crítica, la lectura de "Tu rostro mañana" no se hace pesada en ningún momento. Siempre te empuja a continuar. No es necesario que la trama sea más agresiva o su rutmo sea más rápido. El nivel de identificación que podemos acabar sintiendo por el protagonista es tal que llegamos a ver lo que ven sus ojos, a recordar lo que está en su memoria, a horrorizarnos con él. Llegados a cierto punto de la lectura nosotros somos Jacques Deza. Y sí, para conseguir esa fusión entre personaje y lector son necesarias mil seiscientas páginas.
Una manera de entender esto es comparándolo con el Quijote. Que nadie me crucifique todavía, me explicaré. Todos los que conocen la novela de Cervantes pero no la han leído pueden hablar de la aventura con los molinos de viento, con los odres de vino, con el rebaño de ovejas, el yelmo de Mambrino y tantos otros etcéteras. Sin embargo, los que realmente han leído el Quijote habrán comprendido que su grandez no está ahí, sino en los momentos en los que no ocurre nada, en las largas conversaciones de don Quijote con Sancho Panza, en sus lúcidas reflexiones de loco. Ahí es donde yo quería llegar. Cuando Deza detiene su narración y reflexiona, da vueltas sobre la misma idea, se trabuca en las expresiones lingüísticas, en fin, cuando se vuelve más espeso, es entonces cuando el lector difruta más. Siguiéndole por sus vericuetos mentales, haciendo suyas sus ideas, sus dudas, sus miedos. Eso no lo puede hacer cualquiera.
Recién me doy cuenta de que aún no he esbozado un resumen de la obra. ¿Es necesario? Más arriba tienen la transcripción de las contraportadas de los res libros. ¿Hay algo que pueda añadir? Podría hablar sobre el poder. El poder de decidir sobre una vida ajena a la nuestra con las palabras. Cómo una sola palabra dicha sin intención de hacer daño puede matar. Bueno, y quien dice una palabra, dice una espada... Si aún no han leído la novela no le den muchas vueltas a lo que acabo de decir. No tiene mucha importancia.
Ya para acabar me parece una putada la forma en la que se ha publicado. Imagino que comercialmente así resulta más atractivo, pero el que haya comenzado a leer la novela en el 2002 y no lo haya podido terminar hasta un lustro después debe haber padecido lo suyo también.

Puntuación: 97 sobre 100.


lunes, 1 de septiembre de 2008

A CIEN MILLAS DE MANHATTAN - Guillermo Fesser


Tí­tulo: A cien millas de Manhattan
Autor:
Guillermo Fesser Pérez de Petinto (Madrid, España, 1960)
Año de publicación: 2008
Edición: Editorial Aguilar, Santillana Ediciones Generales. Segunda edición: junio de 2008
Páginas: 397. Prólogo + 14 capítulos + epílogo





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Estoy en Nueva York; pero no en la ciudad, sino en el estado, que también existe. Resulta que, en la canción, Sinatra estaba dándonos la dirección postal: New York, New York. Como Oviedo, Asturias. Así que yo me encuentro en la segunda parte de la letra. En el paraíso de las ardillas. Intentando adoptar la vida campestre que llevan la mitad de los neoyorquinos que figuran en el censo de Albany, la capital del estado. Estoy en Rhinebeck, Nueva York. A cien millas de Manhattan. En una casa construida con madera y pintada de gris pálido. En un pueblecito que se parece a los de la maqueta del tren eléctrico que nos traían en Navidad los Reyes Magos. Vivo, señoras y señores, en un bosque tan repleto de vida que podría doctorarme en Biología mientras observo a los animales que yacen atropellados en las cunetas de las carreteras.
Estoy a cien millas de Manhattan, donde John Raucci toma aire, aprieta los cordones de sus zapatillas y se dispone para la carrera sin saber que no será ésta la más dura de su vida. Donde Steve Mosto, músico de vocación, se dispone para adentrarse cada mañana en los dominios del vapor que emerge del subsuelo de la Gran Manzana.
Aquí el paso de las estaciones acompaña la pesca del salmón, el rumiar de los bisontes en las inmensas praderas, la voz poderosa de los osos, las calabazas de Halloween. Y la melodía del hacha sobre el tronco del arce centenario intensifica el ritual de la recogida del sirope.
En la radio aprendí la importancia trascendental de los silencios en un mundo saturado de palabras. Con la intención de escuchar caí en este pueblo y, antes de que pudiese darme cuenta, me encontré inmerso en una maraña de historias fascinantes e insospechadas. En una América que yo ni siquiera presagiaba que pudiese existir.




Desde el momento en el que llegó a mis manos el libro "A cien millas de Manhattan", supe que me iba a resultar difícil hacerle la crítica. Es un libro de Guillermo Fesser, no puedo ser imparcial con una obra suya. Después de tantos años disfrutando con sus ocurrencias en las ondas no se me puede pedir eso. Si hasta la película "Cándida" me la ví dos veces en el cine, a pesar del final (ese final...). De hecho estuve tentado a leerme el libro pero no comentarlo, contraviniendo así la declaración de intenciones que publiqué cuando inauguré el blog. Ha sido la propia lectura del libro que nos ocupa lo que me ha empujado a hablar de él. Es como cuando sales del cine después de haber visto "El caballero oscuro" y necesitas a un amigo que también la haya visto para flipar juntos. Pues lo mismo. Porque desde ya tengo que decir que es un libro excelente.
En el año 2002, si no me equivoco, Guillermo Fesser y Juan Luis Cano, los miembros de Gomaespuma, cerraron temporalmente el programa de radio que llevaban emitiendo desde hacía años en M-80. Guillermo se marchó con su familia a Estados Unidos, de donde es su esposa, buscando la paz necesaria para escribir el guión de la que sería su primera película. Allí vivió durante un año y pico, y lo que vio allí pero, sobre todo, lo que escuchó, se ha convertido en "A cien millas de Manhattan".
Bueno, comenzaré la crítica derribando un posible prejuicio. Este no es un libro de humor. Pasarás la mayor parte del tiempo que dediques a su lectura con una sonrisa en la boca, pero en realidad lo que pretende el autor es mostrarnos la "American Way of Life" vista desde fuera. Son cosas tan propias del día a día del imperio que ni siquiera se suelen contar en el cine que nos exportan. Es necesaria la mirada de un extranjero para sentir la necesidad de explicarlas. Por ejemplo, ¿en cuantas películas, series o novelas nos cuentan qué cojones es el famoso sirope de arce, el que le echan a las tortitas en el desayuno?. O de qué va lo del día de Acción de Gracias, a parte de familias comiendo pavo. No lo cuentan porque todos lo saben. Pero nosotros no (de acuerdo, ellos seguramente tampoco conocen nuestras costumbres así que ¿qué nos importan las de ellos? Es verdad. Sin embargo, ¿cuántas películas españolas ha visto el yanqui medio en las que se vean familias celebrando la Semana santa o los Carnavales de Cádiz?).

Lo excepcional, más aún que lo que se cuenta, es cómo se cuenta. Guillermo Fesser siempre muestra una gran ternura en las historias que narra y en la forma de tratar a los personajes que en ellas participan. Sabe que se lo puede permitir porque en realidad no son personajes sino personas y, lo que quedaría hasta cursi si lo que escribiera fuera ficción, al no serlo, hace que sintamos más simpatía por la historia. Porque Fesser mira las cosas con asombro y con curiosidad, como si estuviera en un mundo en el que todo es nuevo pero, a la vez, todo le suena ya de antes. Y consigue transmitirlo.
Que no se entienda con todo esto que el libro es un panfleto pro-americano, una oda a todo lo que significan los Estados Unidos, porque no es así. Continuamente hace críticas a la ya mencionada forma de vida americana y en lo que se ha convertido. Lo que nos muestra es algo que muchos (yo mismo) no habíamos sabido ver. Que por encima de un sistema política y judicial corrupto, unas leyes antediluvianas, una hipocresía o doble moral casi legendaria, una arrogancia de imperio mundial, un sistema sanitario lamentable (ver el documental SICKO, de Michael Moore), una religiosidad que no se puede comprender en países modernos, etc, por encima de todo eso, está la gente. Y es aquí donde más acierta el autor, a la hora de retratar a esa gente corriente, a esas personas que merece la pena conocer.
Se podría achacar a Guillermo Fesser que, precisamente para conseguir esa empatía, las personas qua aparecen en sus relatos son las que, a pesar de sus diferencias con nosotros, más se nos pueden parecer. Quiero decir con esto que no nos habla de reaccionarios, puritanos o fundamentalistas cristianos, locos de las armas y de la guerra, que también abundan por esos lares. Pero no creo que se haya hecho con esa intención. A fin de cuentas, salvo por un par de escapadas a Texas y Alaska, el autor permaneció en el noreste, donde la sociedad es más liberal y suele votar al partido Demócrata. Y que, para qué hablar de esa gente. En España también tenemos unos cuantos, y no presumimos de ellos. O no, a lo mejor sí lo hizo con esa intención. Ya dije que no tenía la esperanza de ser imparcial en este análisis.
En definitiva, es un libro muy recomendable que hará pasar un rato excelente a todos sus lectores. Por eso le encasqueto un noventa.


Puntuación: 90 sobre 100.

Postdata: Si en TVE fueran listos no les dejarían escapar. Necesito que le den a Gomaespuma un programa ya. Hasta este año me habían parecido los Juegos Olímpicos un coñazo.
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