domingo, 1 de noviembre de 2009

HISTORIAS ESPECTRALES - Edgar Allan García


Titulo: Historias espectrales
Autor: Edgar Allan García (Guayaquil, Ecuador, 1959)
Año de publicación: 2006
Edición: Alfaguara, serie Roja, primera reimpresión, marzo 2007
Páginas: 140, prólogo + 15 cuentos + estudio



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Luego del enorme éxito conseguido por Leyendas del Ecuador, aquí está lo que podríamos llamar una continuación para lectores jóvenes y adultos. En esta ocasión, Edgar Allan García ha logrado recrear espacios y personajes que a más de uno le pondrá la piel de gallina y le helará la sangre, por lo que recomendamos que la mayoría de estas historias no se lean de noche, ni mucho menos a solas, a menos que se consideren muy valientes.
Los mitos, leyendas y cuentos de este libro, y su intensidad, son una gran enseñanza sobre el Ecuador profundo, alimentado desde siempre de magia y misterio. Estamos convencidos de que este libro se convertirá en un verdadero clásico de la literatura infantil.

Hoy me toca comentar el último de los libros de relatos de los que me traje de mi reciente viaje a Quito. Todos los libros ecuatorianos que comentaré desde ahora hasta dentro de bastante tiempo serán novelas. Y el broche con el que cerraré este ciclo (ciclo que abarca “Leyendas y tradiciones quiteñas”, “Novelitas ecuatorianas” y “Estampas de mi ciudad”) es inmejorable. El libro del que voy a hablar a continuación me ha parecido el más ameno y el más regular.

“Historias espectrales” es una colección de cuentos cortos, ambientados en distintas localizaciones dentro de la República del Ecuador (considero un gran acierto el situar cada uno de ellos en su correspondiente lugar antes de comenzar cada historia), en los que se narran leyendas populares. La colección en sí está dedicada a un pueblo juvenil aunque no por ello se debería esperar que el autor se haya comedido con la atmósfera. Un claro ejemplo es el cuento titulado “El Supay”, digo heredero del mejor Lovecraft. Sí es cierto que aunque un fondo tenebroso fluye bajo la superficie de la mayor parte de los relatos García esquiva mostrarnos imágenes truculentas o situaciones realmente desagradables. Por ello, aunque en determinados momentos podemos sentirnos agobiados por la ambientación de algún cuento determinado (he de volver a referirme a “El Supay”; además de ser el cuento más largo es el más escalofriante y conseguido), hemos de decir que no son relatos de terror. Y me queda claro que no lo son porque el autor no lo ha querido. Si hubiera decidido desarrollar las historias por ese camino seguro que lo habría podido hacer, aunque la calidad del conjunto de la obra habría mermado.
“Historias espectrales” se puede considerar la continuación directa de la obra que dio a conocer al autor al gran público: “Leyendas del Ecuador”. No puedo hablar mucho de ese libro porque no lo he leído, pero lo conozco porque hay colgadas en la web unas grabaciones de audio que son, ni más ni menos, narraciones/representaciones de algunos de los relatos del libro mencionado. Para mí fue bastante como para que me sonara el nombre del autor (un nombre muy fácil de recordar y muy apropiado, pues su estilo a la hora de escribir recuerda bastante a Poe). Por lo que he podido comparar “Leyendas del Ecuador” e “Historias espectrales”, los cuentos que aparecen en este último parecen descartes del anterior, los cuales, por su temática, merecieron figurar en una obra diferente. Porque, si bien lo que diferencia ambos libros es que en el primero se cuentas leyendas más generales de estas tierras mientras que “Historias espectrales” está dedicada a aquellas que tienen relación con lo sobrenatural (algunas, que el último de los cuentos, “Bella Aurora”, sólo nos muestra cómo eran los festejos taurinos en el Quito colonial), el nexo de unión es la forma tan particular de narrar y reescribir las tradiciones populares que tiene Edgar Allan García. Uno de los cuentos que escuché de “Leyendas del Ecuador” es el titulado “El Yavirac”. Me resultó una historia muy interesante, un ejercicio de imaginación en el que el autor fusionaba elementos y formas tomadas de “Las mil y una noches” con el ambiente propio del fin del incario. No fue hasta después que me di cuenta que lo que me había contado García en ese cuento era la popular tradición de “La olla del Panecillo”, una de las más conocidas del Ecuador.
Lo mismo ocurre con esta obra. Sólo hay que buscar un poquito para encontrar que la base de los cuentos de este libro están ahí, que desde hace años se asustan a los niños de Zámbiza con la aparición de la Piedra yumba o que todo el mundo sabe que entre los muros de alguna vieja casona el Alamor hay una mujer emparedada esperando que la encuentren. La virtud del autor está en construir un clima de fábula alrededor de sus historias.
Sobre el estilo sólo pudo decir que García sabe adecuarlo perfectamente a lo que pide cada uno de sus relatos. Si el cuento está narrado por un anciano a un grupo de niños el estilo será sencillo, suave y el narrador salpicará su discurso con canciones y poemillas. Si la historia la cuentan los herederos de Naún Briones (me basta que aparezca este nombre en texto para que despierte mi interés; próximamente releeré y comentaré “Polvo y Ceniza”, de Eliécer Cárdenas, una de mis novelas favoritas), el tono será repetitivo, monótono, truculento y desordenado, como si realmente fuera un bandido analfabeto el que lo estuviera contando.
En fin, una colección de cuentos muy grata aunque algo escasa, ya que la mayor parte de ellos se despacha en un par de páginas. De hecho me gustan mucho los hiperbreves (los que están bien hechos, que algunos autores se escudan con la excusa de la economía de palabras para justificar su pereza), pero algunos de estos cuentos pedían, a mi entender, una mayor profundidad.

Puntuación: 88 sobre 100


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