domingo, 5 de octubre de 2008

ALDEA 1936 - José López Rueda


Tí­tulo: Aldea 1936
Autor: José López Rueda (Madrid, España 1928)
Año de publicación: 1958
Edición: Casa de la cultura ecuatoriana - Núcleo de Azuay. Primera edición 1958 Páginas: 254. 6 capítulos
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No tiene texto en contraportada
Comenzaré esta crítica haciendo una confesión. Una confesión que igual me podría haber guardado y habría quedado como un hábil buscador en librerías de viejo capaz de localizar obras perdidas en los abismos de la literatura universal. Pero no sería cierto y mi intención es ser lo más honesto posible en este blog (y eso resulta hasta doloroso para un farsante crónico como soy). Desde hace tiempo estoy intentando recopilar el mayor número de novelas de autores ecuatorianos que pueda conseguir. Así, aunque hasta ahora sólo ha aparecido en esta página una muestra de literatura ecuatoriana, dispongo de varios ejemplares. Y eso es meritorio, lo aseguro. Incluso en Quito es muy difícil encontrar obras de autores autóctonos, mucho más en Madrid, ciudad en la que resido a día de hoy. Por ello me dedico a exprimir los catálogos de librerías y bibliotecas, buscando algo escrito en Ecuador. Hace unos meses me metí en la página web de una librería de viejo de la capital y puse Ecuador en el buscador. Me aparecieron tres novelas y, como el precio lo encontré razonable, los encargué. Cuando los recibí comprobé que uno era, efectivamente, de un autor ecuatoriano (Alfredo Pareja Díez Canseco, que leeré en breve) y otra de un autor colombiano. La última es "Aldea 1936". Por el título debería haberme imaginado su temática, pero el hecho de haber sido publicada en Cuenca me animó a leerlo.
Efectivamente, es otra novela de la Guerra Civil española, escrita por un autor español.
Vamos a dejar las cosas claras. He conocido a mucha gente que ya está hasta el forro de los cojones de tanto libro y tanta novela sobre la Guerra Civil. Comprendo el hartazgo. Actualmente podemos decir que en este país se ha convertido en un género en sí mismo. Pero no lo comparto. Aunque para mí ya se ha escrito la obra definitiva (me refiero a la trilogía "La forja de un rebelde", de Arturo Barea), no me incomoda seguir leyendo historias ambientadas en la contienda.
No sé hasta qué punto se puede identificar esta novela dentro de este pseudo-género. A pesar de que está ambientada en un período que va desde el verano de 1936 hasta el verano de 1937, cuando empieza la narración la guerra ya ha comenzado. La historia se sitúa en un pueblecito anónimo de Soria, a orillas del río Jalón. Desde el golpe de estado del 18 de julio toda la zona se unió al bando rebelde, de tal manera que el frente nunca pasó por sus tierras. Sabemos que en algún lugar se están pegando tiros porque vemos pasar a los soldados que van a la vanguardia. Por eso y por los represaliados, claro. Es un pueblo típico de la meseta castellana, con su alcalde/cacique, su alguacil, su cura así-como-simpático-pero-en-realidad-cabrón, su enterrador, sus tonticos, su maestro y su cuartelillo de la Guardia Civil. Un pueblo donde los campesinos, que ni siquiera trabajan sus propias tierras, son conservadores por costumbre. Donde los hombres tienen que proteger su honor y la honra de las mujeres a su cargo.
La Guerra estalló encerrando en el bando nacional a Elisa y a sus tres hijos quienes, pese a vivir en el Madrid ahora sitiado (donde se encuentra el marido), estaban de veraneo en la casa de su hermana Petra, en el pueblo. La historia que se cuenta en la novela es la de la difícil convivencia entre las dos hermanas, las aventuras de unos niños durante unas vacaciones que no parecen tener fin, la de una mujer cuyos férreos valores la empujan a la negra locura cuando chocan con la realidad, la de una aldea que quiere sobrevivir con los ojos cerrados.
Es una obra típica del realismo costumbrista que se utilizaba en España durante la primera mitad del siglo pasado. Y se nota. Desde la gramática hasta el vocabulario tiene un regusto arcaico cuando lo leemos ahora. Muchas veces da la impresión de que el hecho de que esté ambientado en los años de guerra es mero accesorio estilístico para dar más fuerza a algunos pasajes. Esa quizás ha sido la parte que más me a agradado, que el autor no haya abusado del tema.
Precisamente por el intento de José López Rueda de ser lo más fiel posible en la creación de los personajes, en general podemos decir que le han quedado un tanto insípidos. Salvando quizás a Petra por los excesos propios de su sinrazón, el resto no dejan de ser estereotipos. Cada uno cumple con el rol que le ha correspondido. Así, a Elisa le toca sufrir pacientemente las injusticias de los que le rodean sin un marido al que ampararse, don Fermín es un cabrón con pintas acostumbrado a ordenar y ser obedecido. Y así sucesivamente. Da la impresión de que el autor pretende denunciar ciertos hechos asumidos como costumbre, pero por su afán realista no se anima a ir un poco más allá.
Que no se me entienda mal con esta crítica. No es en absoluto una mala novela. La lectura es ágil y la ambientación está muy cuidada. Además es muy recomendable para todo aquel que esté interesado en la Guerra Civil española porque cubre un espacio que no ha sido demasiado explotado en otras narraciones, el de los pueblos por los que no pasa la guerra aunque vivan en ella.
Pero n nos engañemos. Así como otras obras como "¿Por quién doblan las campanas?" o la ya mencionada trilogía de Barea siguen siendo hoy día tan vibrantes como en el momento de su publicación, "Aldea 1936" ha envejecido mal.
Por lo menos no ha sido tan injustamente sobrevalorado como "Soldados de Salamina".
Puntuación: 64 sobre 100.

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