Título: Lírico y profundo
Autor: Guillermo Aguirre (Argentina, 1941)
Año de publicación: 2006
Edición: LibrosEnRed E-book
Páginas: 233, Prólogo + 13 partes + Epílogo + Referencias + Acerca del autor + Editorial LibrosEnRed
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No tiene texto en contraportada
Como adelanté en el anterior artículo voy a comenzar hoy haciendo una reflexión de las mías. Para ello lo que haré será reducir la historia que conté anteriormente a su esqueleto. Veamos.
Un "aventurero" descubre, él sólo y de manera fortuita, un tesoro de cuya existencia nadie tenía conocimiento. Casualmente las características de este tesoro se ajustan con las de otro tesoro mítico venerado por una secta (una secta con mucho dinero y mucha influencia a nivel mundial, todo sea dicho). Este aventurero sólo le notifica el descubrimiento a un amigo pertenece a esa misma secta. El conocido moviliza sus contactos y la secta subvenciona una expedición, pero finalmente el aventurero no revela el lugar del tesoro.
Un año más tarde el aventurero y su amigo convencen al gobierno ecuatoriano para financiar otra expedición. De nuevo el aventurero se enfurruña cuando ya estaba dispuesto y los lleva a una entrada falsa.
Pasan los años y se organiza otra, en este caso una mega-expedición internacional que moviliza a expertos de todo el mundo de las más diversas disciplinas (incluidos murcielólogos; ¿cómo puede alguien ser murcielólogo y que no se le caiga la cara de vergüenza?), a una celebridad interplanetaria e incluso a un miembro del gobierno de la República del Ecuador. Ofrecen al aventurero fortuna y reconocimiento a cambio de que, esta vez sí, los lleve hasta la cueva correcta, pero él únicamente exige algo que sabe que no le van a conceder, el control absoluto de la expedición.
Hoy día el emplazamiento sigue siendo secreto, después de los ríos de tinta que se han escrito sobre el tema, del dineral que se ha invertido y de la cantidad de personas que se han jugado la vida por localizarlo.
Si lo contemplamos de esta forma el misterio de la Cueva de los Tayos es uno de los que tienen menos posibilidades de ser ciertos de cuantos he conocido y no son pocos). Definitivamente Moricz es un caradura que se inventó una historia inverosímil para ganar algo de dinero embaucando a una secta de crédulos. La bola de nieve fue haciéndose más grande de lo que esperaba y hubo un momento en el que no la pudo parar, así que se dedicó a tirar balones fuera y afirmar que la entrada era un secreto para que no le tildaran de estafador. Sin embargo…
Sin embargo, si me preguntan si yo creo que realmente hay un tesoro oculto en una cueva perdida de la Cordillera del Cóndor diré que sí. Ciegamente. Y estos son los motivos que me hacen creer:
Primero porque la historia es fascinante y, como ya comenté en el artículo de "El oro de los dioses", yo estoy dispuesto a creer en todo aquello que haga del mundo un lugar más mágico, más misterioso.
El segundo motivo por el que creo en la veracidad del relato del húngaro es porque todos los personajes que se han visto involucrados en él han quedado marcados de para siempre. Juan Moricz dedicó el resto de su vida a buscar tesoros perdidos en las montañas aunque esta vez en forma de yacimientos. Llegó a ser uno de los más importantes empresarios mineros de Ecuador. Por su parte, Julio Goyén Aguado, después de su primera visita a la cueva, se interesó por la espeleología. Como ya dije fundó el Centro Argentino de Espeleología y exploró grutas en todo el mundo. El ingeniero Stan Hall después de su fallida expedición de 1976 no ha dejado ni de creer ni de investigar sobre el tema. Tanto es así que hace pocos años publicó un libro donde exponía sus investigaciones y sus cálculos sobre la ubicación del acceso secreto. El propio Neil Armstrong, un hombre famoso por la parquedad y contención de sus declaraciones, llegó a afirmar que la experiencia que vivió en el interior de la tierra fue más impactante en su vida que la que vivió en su misión a la Luna. Casi nada.
La tercera razón me parece la más importante de todas, y es la labor del autor. Guillermo Aguirre destila en cada una de las líneas que escribe ríos de honestidad. Sin carambolas extrañas del azar nos expone todos los sucesos con una sencillez y una lógica tal que el lector no puede poner en duda sus palabras. Juan Moricz no revela la entrada secreta pero no porque sea un estafador si no porque no se daban las condiciones mínimas de seguridad que se deberían exigir para que un descubrimiento de esta envergadura, que podría trastocar para siempre todas las nociones que tenemos sobre el hombre y el universo, no sea pasto de huaqueros o del Museo Británico. Me pongo en su piel y yo habría hecho lo mismo.
Y esto cuando hablamos de Moricz, de quien, a fin de cuentas, podemos albergar alguna sospecha sobre su honorabilidad. Pero si el texto nos deja claro que si Julio Goyén Aguado afirma haber estado en la cámara del tesoro, Julio Goyén Aguado ha estado en la cámara del tesoro. Fin de la discusión. Y no es porque yo lo digo y punto. Animo a todo el mundo a que adquiera esta obra y se la lea. No verán en la semblanza de Goyén ni la más mínima sombra de cinismo o de hipocresía. Ni siquiera es necesario haberle conocido en persona para saber que fue un hombre honrado y consecuente con su ética como los ha habido pocos. Tengo que felicitar a Guillermo Aguirre por haber sido capaz de transmitir este carácter sin hacer que el personaje sea frío o inhumano.
Esto no ocurre solamente en este caso. Todo el libro está redactado con oficio pero sin artificios, algo completamente inusual en un autor novel (al menos no me consta que sea profesional; no he localizado ninguna otra obra suya). Es capaz de despertar el interés del lector en cada momento, pero sin utilizar trucos ni medias palabras. Lamento repetirme tanto pero un tema como este se presta para ser muy fantasioso (que se lo digan a von Däniken) y, sin embargo, se nota sinceridad en cada una de las páginas.
También como biografía es un gran obra, siempre teniendo en cuenta que está escrita por un amigo. Nunca nos pinta una faceta desagradable del personaje biografiado. Y Goyén Aguado no es un personaje, fue una persona de carne y hueso, por lo que supongo que, por muy virtuoso que fuera, alguna falla de carácter habrá tenido. Pero Aguirre ha sido sabio al escoger el tono de la obra. Julio Goyén Aguado no es un personaje público. Ni siquiera es conocido más allá del círculo que le trató en vida. Así el autor nos lo ha presentado someramente pero nos ha dado lo que realmente esperábamos de este libro: la verdad sobre el misterio de la Cueva de los Tayos. De hecho se podrían separar los capítulos biográficos de los dedicados a las expediciones en la selva y tendríamos dos libros diferentes y perfectamente legibles. Ni qué decir tiene que al integrarlos compone un libro redondo.
No digo más, que ya he alargado de sobra este artículo. Sólo me queda felicitar a don Guillermo Aguirre por lo bien que ha saldado la deuda con su amigo. Enhorabuena.
Un "aventurero" descubre, él sólo y de manera fortuita, un tesoro de cuya existencia nadie tenía conocimiento. Casualmente las características de este tesoro se ajustan con las de otro tesoro mítico venerado por una secta (una secta con mucho dinero y mucha influencia a nivel mundial, todo sea dicho). Este aventurero sólo le notifica el descubrimiento a un amigo pertenece a esa misma secta. El conocido moviliza sus contactos y la secta subvenciona una expedición, pero finalmente el aventurero no revela el lugar del tesoro.
Un año más tarde el aventurero y su amigo convencen al gobierno ecuatoriano para financiar otra expedición. De nuevo el aventurero se enfurruña cuando ya estaba dispuesto y los lleva a una entrada falsa.
Pasan los años y se organiza otra, en este caso una mega-expedición internacional que moviliza a expertos de todo el mundo de las más diversas disciplinas (incluidos murcielólogos; ¿cómo puede alguien ser murcielólogo y que no se le caiga la cara de vergüenza?), a una celebridad interplanetaria e incluso a un miembro del gobierno de la República del Ecuador. Ofrecen al aventurero fortuna y reconocimiento a cambio de que, esta vez sí, los lleve hasta la cueva correcta, pero él únicamente exige algo que sabe que no le van a conceder, el control absoluto de la expedición.
Hoy día el emplazamiento sigue siendo secreto, después de los ríos de tinta que se han escrito sobre el tema, del dineral que se ha invertido y de la cantidad de personas que se han jugado la vida por localizarlo.
Si lo contemplamos de esta forma el misterio de la Cueva de los Tayos es uno de los que tienen menos posibilidades de ser ciertos de cuantos he conocido y no son pocos). Definitivamente Moricz es un caradura que se inventó una historia inverosímil para ganar algo de dinero embaucando a una secta de crédulos. La bola de nieve fue haciéndose más grande de lo que esperaba y hubo un momento en el que no la pudo parar, así que se dedicó a tirar balones fuera y afirmar que la entrada era un secreto para que no le tildaran de estafador. Sin embargo…
Sin embargo, si me preguntan si yo creo que realmente hay un tesoro oculto en una cueva perdida de la Cordillera del Cóndor diré que sí. Ciegamente. Y estos son los motivos que me hacen creer:
Primero porque la historia es fascinante y, como ya comenté en el artículo de "El oro de los dioses", yo estoy dispuesto a creer en todo aquello que haga del mundo un lugar más mágico, más misterioso.
El segundo motivo por el que creo en la veracidad del relato del húngaro es porque todos los personajes que se han visto involucrados en él han quedado marcados de para siempre. Juan Moricz dedicó el resto de su vida a buscar tesoros perdidos en las montañas aunque esta vez en forma de yacimientos. Llegó a ser uno de los más importantes empresarios mineros de Ecuador. Por su parte, Julio Goyén Aguado, después de su primera visita a la cueva, se interesó por la espeleología. Como ya dije fundó el Centro Argentino de Espeleología y exploró grutas en todo el mundo. El ingeniero Stan Hall después de su fallida expedición de 1976 no ha dejado ni de creer ni de investigar sobre el tema. Tanto es así que hace pocos años publicó un libro donde exponía sus investigaciones y sus cálculos sobre la ubicación del acceso secreto. El propio Neil Armstrong, un hombre famoso por la parquedad y contención de sus declaraciones, llegó a afirmar que la experiencia que vivió en el interior de la tierra fue más impactante en su vida que la que vivió en su misión a la Luna. Casi nada.
La tercera razón me parece la más importante de todas, y es la labor del autor. Guillermo Aguirre destila en cada una de las líneas que escribe ríos de honestidad. Sin carambolas extrañas del azar nos expone todos los sucesos con una sencillez y una lógica tal que el lector no puede poner en duda sus palabras. Juan Moricz no revela la entrada secreta pero no porque sea un estafador si no porque no se daban las condiciones mínimas de seguridad que se deberían exigir para que un descubrimiento de esta envergadura, que podría trastocar para siempre todas las nociones que tenemos sobre el hombre y el universo, no sea pasto de huaqueros o del Museo Británico. Me pongo en su piel y yo habría hecho lo mismo.
Y esto cuando hablamos de Moricz, de quien, a fin de cuentas, podemos albergar alguna sospecha sobre su honorabilidad. Pero si el texto nos deja claro que si Julio Goyén Aguado afirma haber estado en la cámara del tesoro, Julio Goyén Aguado ha estado en la cámara del tesoro. Fin de la discusión. Y no es porque yo lo digo y punto. Animo a todo el mundo a que adquiera esta obra y se la lea. No verán en la semblanza de Goyén ni la más mínima sombra de cinismo o de hipocresía. Ni siquiera es necesario haberle conocido en persona para saber que fue un hombre honrado y consecuente con su ética como los ha habido pocos. Tengo que felicitar a Guillermo Aguirre por haber sido capaz de transmitir este carácter sin hacer que el personaje sea frío o inhumano.
Esto no ocurre solamente en este caso. Todo el libro está redactado con oficio pero sin artificios, algo completamente inusual en un autor novel (al menos no me consta que sea profesional; no he localizado ninguna otra obra suya). Es capaz de despertar el interés del lector en cada momento, pero sin utilizar trucos ni medias palabras. Lamento repetirme tanto pero un tema como este se presta para ser muy fantasioso (que se lo digan a von Däniken) y, sin embargo, se nota sinceridad en cada una de las páginas.
También como biografía es un gran obra, siempre teniendo en cuenta que está escrita por un amigo. Nunca nos pinta una faceta desagradable del personaje biografiado. Y Goyén Aguado no es un personaje, fue una persona de carne y hueso, por lo que supongo que, por muy virtuoso que fuera, alguna falla de carácter habrá tenido. Pero Aguirre ha sido sabio al escoger el tono de la obra. Julio Goyén Aguado no es un personaje público. Ni siquiera es conocido más allá del círculo que le trató en vida. Así el autor nos lo ha presentado someramente pero nos ha dado lo que realmente esperábamos de este libro: la verdad sobre el misterio de la Cueva de los Tayos. De hecho se podrían separar los capítulos biográficos de los dedicados a las expediciones en la selva y tendríamos dos libros diferentes y perfectamente legibles. Ni qué decir tiene que al integrarlos compone un libro redondo.
No digo más, que ya he alargado de sobra este artículo. Sólo me queda felicitar a don Guillermo Aguirre por lo bien que ha saldado la deuda con su amigo. Enhorabuena.
Puntuación: 92 sobre 100
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